jueves, 25 de noviembre de 2010

Samarcanda (día 2)

Hoy hemos empezado el día visitando las ruinas del observatorio astronómico de Ulug Bek, nieto de Amir Timur y gobernador de Samarcanda hasta su muerte.


Ulug Bek era una persona muy inteligente y preocupada por el conocimiento científico. Mandó construir un observatorio con un sextante de treinta metros de altura, con el cual catalogó más de 1000 estrellas con una precisión casi exacta. Tras su muerte la superstición de los habitantes de Samarcanda les llevó a destruir el edificio pensando que allí se hacía brujería. Aproximadamente en los años 30 se descubrió lo único que queda de aquello, una parte del sextante.


La necrópolis Shakhi Zinda "El rey vivo" actualmente ya no funciona como cementerio pero tiene importantes mausoleos donde se encuentran muertos ilustres de la historia de Samarcanda.




Existe un pozo con una historia curiosa. Se decía que en él vivía un decapitado que había bajado por su propio pie y cabeza bajo el brazo y allí encontró el paraiso. Cuando Amir Timur conquistó Samarcanda quería comprobar que aquello era verdad así que ofreció muchas riquezas a quien se atreviera a bajar y comprobar la leyenda. Nadie se atrevió salvo un soldado que cuando subió fue interrogado por Amir Timur pero él no decía nada, sólo dijo que no podía contar lo que había visto. Finalmente el soldado contó que había encontrado el paraiso, en ese momento quedó ciego y todos sus descendientes nacieron ciegos. Por eso dicen que todas las personas que nacen ciegas son descendientes de aquel soldado chivato. (Elena perdona que no la contemos como tú, pero es que no nos caben tantas cosas en la cabeza).

El cementerio está rodeado de otro más moderno, donde ya no pueden enterrar más personas desde que enterraron al hermano del actual presidente. Las lápidas son muy curiosas en lugar de poner fotos de los difuntos se graban sus caras en la propia piedra.


Junto a este cementerio está la mezquita de Hazrat Hizr,


está en un cerro desde el que hay una vista muy bonita.


La visita es breve y desde fuera así que nos vamos para el Bazar Siyab que está situado en el mismo lugar desde el año 1200 si mal no recuerdo.


Desde el bazar nos acercamos a la conjunto de Bibik Hanim que actualmente está en restauración y que tiene una mezquita de proporciones colosales.



Después de comer y descansar un rato Elena nos lleva de Visita a las oficinas de Sarbon Tours que están en un hotel propiedad de la agencia. Allí conocemos a Nadir que es el jefe y a Erkím, que es guía en inglés, japonés y turco y una de las personas que trabaja allí, con él que pasamos un buen rato tomando un té y charlando sobre su próxima visita a FITUR.

¿Sabéis quien fue Ruy González de Clavijo? ¿No? Yo tampoco lo sabía, pero era español y tiene una calle dedicada en Samarcanda. Para saber más dirigios a una enciclopedia, que se aprende mucho.


En Madrid también existe la calle Ruy González de Clavijo:

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jueves, 11 de noviembre de 2010

Samarcanda (día 1)

Hoy partimos de Tashkent camino a Samarcanda, también cambiamos de conductor, desde hoy y hasta el final del viaje nos llevará Sharbek, que significa 'Rey Tigre', aunque nadie lo diría por lo tranquilo que es.

La carretera no está mal, muy amplia aunque los carriles no siempre están señalizados. Casi todo el camino está en bastante buen estado. Lo que llama la atención es que casi no hay señales de ningún tipo, ni de límite de velocidad, que está establecido en 100 km/h, salvo al acercarnos a algún control policial en un cambio de provincia. Tampoco están muy indicados algunos cambios de dirección, no parece complicado pero hay que conocer el camino. La carretera nunca está solitaria, cada poco hay gente haciendo autostop o esperando algún tipo de transporte, siempre hay gente junto a la carretera o cruzándola.

Lo que tampoco faltan son los indispensables puestos de venta de melones, ¿quién no quiere comprar un melón gigantesco para el camino? o ¿quién no necesita comprar calabazas?. Tampoco faltan los puestos de refrescos y tabaco que además venden manzanas rojas y amarillas perfectamente clasificadas.


Durante todo el camino vemos campos infinitos donde puede verse aún a algunas personas trabajando en lo que es practicamente el único cultivo del país, el algodón. Para regar está tierra tan seca han construído enormes canales que traen agua desde los ríos interiores, por ese motivo el Mar de Aral está practicamente seco.

Nos acercamos a Samarcanda, el paisaje ha cambido mucho, dejamos atrás las llanuras plantadas de algodón, casi sin árboles, y entramos en una zona desértica, nos recuerda el paisaje volcánico de Lanzarote. También cambia la oferta alimenticia, ahora hay miel y aceite de algodón en los más diversos frascos de cristal y en gran variedad de tonos.

Después de tres horas y media de camino y unos cuantos fallidos intentos del conductor por llenar el depósito en una gasolinera llegamos a Samarcanda.

Lo primero es lo primero, así que vamos al hotel a dejar las maletas y a continuación vamos al Mausoleo de Gur Emir, que tiene una historia muy larga e interesante, pero que no voy a contar porque no puedo memorizar todo lo que nos cuenta nuestra guía Elena y porque ya está en la wikipedia y si no en alguna enciclopedia de verdad.

Cuando ya nos marchábamos unos chicos se nos acercaron, Elena no los entendía bien porque ellos sólo hablan uzbeko y ella sólo habla un poco pero por lo que entendió los chicos eran de un pueblo del sur y estaban estudiando en Samarcanda, nos pidieron que les hiciéramos una foto y se la mandásemos firmadas, así se lo prometimos. Nos dieron su dirección y esperamos que les lleguen las fotos.



Y por fin vamos al lugar más famoso y conocido de Samarcanda, Uzbekistán y tal vez todo Asia central, la plaza de Registan


donde se encuentran las tres madrasas o escuelas coránicas. No sólo son bellas, además son impresionantes. Dentro de la primera madrasa, la de Ulugbek,


se pueden ver las habitaciones donde los estudiantes vivían y estudiaban no sólo teología sino también matemáticas, astronomía y filosofía que impartía el propio Ulugbek, un gran científico, nieto de Emir Timur (Tamerlán) y gobernador hasta su muerte de Samarcanda. Actualmente la parte de abajo, en el patio interior las antiguas habitaciones están ocupadas por artesanos que venden recuerdos para turistas.

Antes de salir tenemos la oportunidad de subir a unos de los minaretes que aún están en reconstrucción y que está vigilado por un amable policía el cual por una módica propina nos deja subir para ver las habitaciones de los estudiantes y disfrutar de una magnífica vista desde la cumbre del minatere de casi toda Samarcanda, lógicamente accedemos a pagar 10.000 sum cada uno para subir por un edificio en reconstrucción y llegar a unas escaleras con peldaños de casi medio metro alto por sesenta de ancho que nos dejarán agujetas por varios días. Merece la pena aunque durante dos días andamos como los del IMSERSO a causa de las agujetas. Este minarete con el tiempo se fue inclinando como la torre de Pisa y en tiempos del Zar, un ingeniero ruso la enderezó mediante un sistema de cables de acero que lo sujetaban mientras rellenaban la cimentación hasta quedar recto. Al soplar el viento estos cables producían un extraño sonido por lo que los habitantes de Samarcanda llamaron a este montaje 'la guitarra del diablo'.


Enfrente de esta madrasa se encuentra la madrasa de Sherdor que está decorada con dos tigres, uno a cada lado, tras los que aparece un sol. El Corán no prohíbe pero tampoco permite la representación de seres vivos, así que para curarse en salud no los representan.



En Uzbekistan ni antes ni ahora se siguen estrictamente las reglas del Corán. Esta madrasa está aún en reconstrucción en su interior. Finalmente vemos la madrasa Tilla-Kari que está en el centro y es la más pequeña, no tiene minaretes y tiene una preciosa mezquita en su interior.




A la salida de la plaza hablabamos de música con Elena y nos contó que durante la era soviética no se podían encontrar discos de los Beatles ni de rock en general, entonces alguien en un hospital inventó una forma de copiar los vinilos en radiografías y de esa forma se los pasaban los aficionados, esos discos eran conocidos como discos de costillas.

Y para terminar el día vamos a cenar a uno de esos enormes restaurantes donde nos lleva Elena. Al terminar de cenar una de las mujeres de la simpática familia que cenaba en la mesa de al lado me dice: ¿Mister, do you want to drink with us? (pronunciese con acento ruso de película). No eran cosacos pero bebían vodka como tales (otra de las prohibiciones del Islam que los uzbecos ignoran por completo), de hecho es costumbre tomar chupitos de vodka mientras se come. Así que no pudimos hacer un desprecio a gente tan amigable, aceptamos y uno de ellos se sentó con nosotros, botella de vodka en ristre, y nos sirve en los vasos de agua como si el vodka fuera tal y en tal cantidad, sus compañeros de mesa reian y por los gestos debían decir algo así como ¡dónde vas, para ya!. Esto fue por tres veces, que por lo visto es la costumbre, nosotros seguimos el sabio refrán castellano que dice: donde fueres haz lo que vieres. Así que nos metimos para el cuerpo casi tres medios vasos de vodka porque con el tercero se apiadó de nosotros y sólo nos puso un poquito. La verdad es que resultó muy digestivo y vigorizante.

Hay que señalar que entre brindis y brindis nuestro nuevo amigo, nos hablaba como si supiéramos ruso, de vez en cuando nuestra guía se ponía roja y se negaba a traducir lo que aquel buen uzbeko nos contaba. Lo pasamos muy bien. ¡¡Y que ambientazo en un restaurante un lunes que no era fiesta!!.

Como curiosidad nos contó que el vivía en una población de Samarcanda llamada Motrid, esta población fue fundada por Tamerlán y originalmente se llamaba Madrid en honor a la capital de España. No fue la única, fundó más poblaciones con nombres de capitales europeas de la época.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Tashkent

Hoy ha sido un día de visitas por los lugares más significativos de Tashkent, que significa ciudad de piedra.

Elena nuestra guía y Sasha nuestro conductor, nos recogieron a las diez en nuestro hotel, Le Grande Plaza.

Lo primero que hemos visto ha sido un conjunto arquitectónico formado por una madrasa, una biblioteca, una mezquita y un mausoléo en una gran explanada. Elena nos ha dado una cantidad de información imposible de almacenar en nuestras cabezas.

Después, Sasha y Elena nos han llevado a una madrasa de las diez que hay funcionando en Uzbekistán, está junto a un mercado con muchos puestos de ropa típica, sobre todo una especie de abrigo largo sin botones con pinta de abrigar mucho, pero el día no estaba para abrigos, hoy lo hemos pasado en manga corta, una temperatura primaveral, ropa elegante para bodas, etc. También había una parte donde sólo había puestos de verduras, frutas, etc.


En otro edificio sólo había especias y hortalizas ya preparadas para consumir, como zanaharorias y remolachas ralladas en tiritas muy finas.


También hemos visto azúcar en grandes cristales, muy curioso.


A la salida del mercado visitamos una mezquita muy sencilla, que fue reconstruida recientemente tras su destrucción después de unas revueltas políticas. Sin ornamentos de ningún tipo y con tres cúpulas sencillas.


Hora de la comida. Vamos a comer a un restaurante con una terraza junto a un canal, cervecita y plato de carnes variadas, pincho de ternera, una especie de morcilla de cordero, hoja de parra rellena de carne, albóndiga, otro rollito de una pasta relleno de carne picada y algo de verdura a la plancha. Todo especiado sin picante, muy bueno.

Después de este descanso cruzamos una avenida por donde podemos y vamos a la plaza de la independencia. En Tashkent las avenidas son muy anchas y largas, tres carriles en cada sentido. La plaza curiosamente está cerrada pero Elena habla con los vigilantes y podemos pasar. Estamos en la plaza más grande de Uzbekistán nosotros sólos. Lujo asiático.

Hay varios monumentos, uno de ellos es un homenaje a las madres que han perdido un hijo en la guerra. En otro lado hay una galería con libros de hojas de metal donde están escritos los nombres de todos los uzbekos muertos o desaparecidos en la segunda guerra mundial.



La plaza en sí podría ser un parque por la extensión que tiene y la gran cantidad de jardines tan cuidados que tiene, así como arboledas y fuentes de gran tamaño. Vemos otro monumento, en esta ocasión es otra mujer amamantando un bebé, ese bebé es Uzbekistán y significa todo el futuro que tiene el país por delante.

Junto a este monumento se encuentra el senado, un edificio descomunal en extensión frente a otros edificios también muy grandes. Pasamos bajo una pasarela con esculturas de cigüeñas que en Uzbekistán simbolizan la paz.


Después de este paseo nos dirijimos cruzando por en medio de otra avenida o calle, no se que era porque todas las calles son enormes y con muchos árboles, hacia una plaza también enorme, con jardínes, donde es encuentra la estatua del fundador de Uzbekistán, Tamerlán para los europeos y Amir Timur para los uzbekos. Aquí nos quedamos un rato tomando el sol y descansando.

Junto a esta plaza se encuentra el museo de la disnastía fundada por Tamerlán que visitamos después. Para terminar vamos a un museo de tradiciones donde hay diferentes tipos de tejidos, bordados, trabajos en madera e instrumentos musicales, mi parte favorita.

Elena nos deja en el Hotel para que descansemos un rato antes de cenar. Cuando llegamos al restaurante en de enfrente llamado 'XXX', llegaban unos novios en limusina 4x4 a la puerta. Los recibian con unas vuvuzelas gigantescas, en realidad son unas trompetas uzbekas parecidas a las trompetas tibetanas, sólo que rectas. El restaurante de ellos parecía una discoteca, el nuestro lo era. Bueno no exactamente, lo que ocurre es que hay música en directo mientras la gente cena, bailan sueltos y agarrados, porque hay música lenta, y en general se lo pasan bomba comiendo, bebiendo y bailando. Nosotros estábamos en un pequeño reservado con sofás en lugar de sillas, como en el salón de casa pero en miniatura, viendo el espectáculo.

Volvemos al hotel y nos despedimos de Sasha que nos deja. Mañana nos recoge el conductor que nos acompañará el resto del camino.